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Desde Sursiendo, miembro de APC en Chiapas, México, entrevistan a Sara Zambrano del Centro de Autonomía Digital (CAD), como parte de la serie de conversaciones “Las personas detrás de las tecnologías que queremos”. Pueden leer las anteriores en el sitio web de Sursiendo.

 

El Centro de Autonomía Digital (CAD) se ha convertido en una de las organizaciones más importantes de la región en la defensa de los derechos digitales. Nacida en 2018, el CAD ha tenido que enfrentar no solo los retos propios de la seguridad digital, sino también un entorno político hostil marcado por la persecución estatal en Ecuador. En este contexto, se ha consolidado como un espacio que combina el desarrollo de herramientas libres, la formación de capacidades y el acompañamiento técnico a organizaciones e individuos en riesgo.

Sara Zambrano, directora ejecutiva del CAD, conversa con Sursiendo sobre el origen, el presente y los desafíos de esta organización. Desde su misión de fortalecer la autonomía digital hasta los proyectos de software que desarrollan, pasando por los sueños que tienen como colectivo y las preocupaciones frente a las leyes que atentan contra la privacidad en Ecuador y en el sur global:

Para empezar, ¿cómo te gustaría presentar al Centro de Autonomía Digital? ¿Qué es el CAD para ti?

Nosotros somos una organización sin fines de lucro que surgió en 2018, el CAD inicialmente tuvo instancias en Barcelona y Sao Paulo, pero finalmente centralizamos las operaciones en Quito. Nuestra misión es trabajar en la defensa de los derechos humanos en el ámbito digital, porque al final los derechos digitales son derechos humanos. Tenemos tres líneas de trabajo: primero, el desarrollo de herramientas de software libre y código abierto para fortalecer la seguridad y la privacidad de las personas, con énfasis en aquellas que están en riesgo en el sur global; segundo, la educación digital de la sociedad civil a través de charlas, talleres y encuentros que fortalezcan capacidades para proteger la privacidad y gestionar la infraestructura de forma autónoma; y tercero, el apoyo en seguridad operacional, acompañando a organizaciones e individuos en riesgo con modelado de amenazas, entrenamientos y prácticas cotidianas de cuidado.

¿Cuál consideras que es el valor o la aportación principal que hace el CAD hacia afuera, hacia la sociedad?

En Ecuador todavía no hay plena conciencia de los riesgos digitales, si bien usamos la tecnología para todo, pocas veces pensamos en las amenazas que conlleva, lo que hace el CAD es abrir espacios de diálogo para que la gente comprenda esos riesgos, pero también plantear soluciones. Nuestro aporte principal es dar herramientas y conocimiento para que las organizaciones puedan protegerse de manera autónoma. Existen colectivos que trabajan el tema desde lo jurídico o desde la gobernanza, pero nuestra fortaleza es el conocimiento técnico: desarrollamos herramientas, entendemos cómo funcionan las infraestructuras y podemos proponer soluciones reales a problemas concretos que afectan a la sociedad civil.

¿Si pudieras darle una personalidad al CAD, cómo dirías que es?

El CAD es una organización reservada, muy estricta en sus protocolos y medidas de seguridad, no porque no queramos colaborar, sino porque nuestro modelo de amenaza nos ha obligado a establecer filtros de interacción muy fuertes, desde nuestra fundación hemos enfrentado persecución estatal, lo que nos ha marcado como organización y nos lleva a ser muy cuidadosos, aun así, siempre estamos dispuestos a tejer lazos y trabajar en conjunto, pero desde una práctica de seguridad por defecto.

¿Cuáles son los sueños y deseos que tiene a día de hoy el CAD?

Nuestro sueño es consolidarnos como un aliado técnico para organizaciones e individuos que luchan por transformar el mundo. Después de seis años de persecución, recién ahora estamos logrando establecer vínculos más estables con otras colectivas, queremos ser ese aliado que pueda responder a incidentes, dar acompañamiento en seguridad y construir relaciones de confianza. Hemos abierto una línea de ayuda para quienes necesiten asesoría y queremos que ese trabajo sea sostenido, sobre todo en un contexto político donde se acaba de aprobar una ley de inteligencia que vulnera derechos y configura un Estado policial, frente a este escenario, nuestro deseo es seguir apoyando a la sociedad civil para que pueda continuar su trabajo político y organizativo con mayor seguridad.

¿Cómo está conformado el equipo y qué desafíos enfrentan al interior?

Somos una organización pequeña de seis personas: yo en la dirección ejecutiva, Ola en la dirección técnica, dos compañeros en desarrollo, uno en coordinación y otra en comunicación. Con este equipo logramos sostener un ritmo de trabajo que nos ha permitido ser visibles, organizar eventos y colaborar con organizaciones locales e internacionales. Los principales desafíos son el volumen de trabajo, que muchas veces nos sobrepasa, y el financiamiento, dependemos de fondos externos, pero también hemos abierto una línea comercial ofreciendo servicios de seguridad digital para sostener nuestras actividades, no es para lucrar, sino para garantizar la continuidad del CAD.

¿Qué importancia le dan a la corresponsabilidad social?

Para nosotros es fundamental. La seguridad de una persona o de una organización puede depender de lo que transmitimos, así que debemos ser responsables, ponemos siempre por delante la seguridad por defecto: cuidamos la información, evitamos recolectar datos innecesarios y desarrollamos software robusto. Incluso cuando trabajamos en la parte comercial lo hacemos con la misma ética, porque creemos que la seguridad es como la inmunidad de rebaño: no basta con que uno esté seguro, hay que proteger a toda la comunidad.

¿Qué importancia tiene para el CAD el software libre?

Es un pilar fundamental, el software libre nos permite auditar el código, detectar vulnerabilidades y crear comunidad. A diferencia del software propietario, no dependemos de confiar ciegamente en un proveedor, para nosotros la privacidad debe estar al alcance de todos, no solo de quienes pueden pagar, por eso ponemos nuestras herramientas a disposición de manera gratuita y abierta, para que cualquiera pueda descargarlas, usarlas o adaptarlas.

Cuéntanos un poco sobre Wahay y CoyIM.

Wahay es un cliente para conferencias de voz, descentralizado y autónomo, que utiliza tecnologías como Mumble y Tor para garantizar comunicaciones seguras y de baja latencia, lo diseñamos para no depender de servidores centralizados ni de corporaciones que almacenan o usan datos sin consentimiento, recientemente lo hicimos disponible para Windows y buscamos que las comunidades lo prueben y lo difundan. Por otro lado, CoyIM es un cliente de chat privado para computadora, basado en XMPP y con cifrado fuerte, está pensado para personas en alto riesgo político u organizativo, no tiene funciones extras como stickers o enlaces embebidos, porque cada línea de código nueva aumenta la superficie de ataque, lo hemos traducido a varios idiomas y seguimos trabajando en mejorar su usabilidad y corregir errores.

Para cerrar, ¿cómo perciben el momento actual de las tecnologías en América Latina y qué desafíos enfrentan las tecnologías libres?

Somos realistas, y eso nos lleva a tener una visión pesimista. En Ecuador no existen marcos normativos que protejan nuestro trabajo, como lo mostró el caso de Ola, que fue encarcelado por alertar sobre una vulnerabilidad, cada vez más se aprueban leyes que atentan contra la privacidad bajo la lógica de combatir la violencia con vigilancia masiva. En países como Ecuador o El Salvador se está configurando un Estado policial, y lo más preocupante es que la gente acepta la reducción de derechos porque vive en condiciones de inseguridad extrema, eso dificulta mucho nuestro trabajo y nos obliga a mantenernos en alerta, incluso a veces en bajo perfil, sin embargo, sabemos que nuestro rol es ser un apoyo técnico para quienes luchan en los territorios por derechos colectivos. Aunque el panorama no es alentador, tenemos que seguir fortaleciendo alternativas y defendiendo el derecho a la privacidad como una condición indispensable para la libertad.

El testimonio de Sara refleja no solo la historia de un proyecto técnico, sino la urgencia de politizar la tecnología y situarla en el centro de las luchas por la vida y los derechos en América Latina. El CAD aparece como un espacio que, pese a la persecución y los contextos adversos, apuesta por la corresponsabilidad, la seguridad como bien común y la convicción de que la privacidad no debe ser un privilegio. En un tiempo donde la vigilancia se normaliza y los gobiernos endurecen sus marcos de control, el trabajo del CAD recuerda que defender lo digital es también defender lo humano, y que la autonomía se cultiva colectivamente.

 
Privacidad para todxs. «una organización dedicada a investigar, desarrollar y mejorar herramientas accesibles que fortalecen la soberanía digital. Promovemos la privacidad, seguridad y descentralización a través del Software Libre, la formación y la educomunicación. Visita el sitio autonomia.digital.